jueves, 7 de febrero de 2013

"SIGUE SUS HUELLAS" (SEMANA SAFA 2013)

El día 3 de febrero de 1822 tuvo lugar la Bendición de Dios a la obra de Pedro Bienvenido Noailles, la cual hoy conocemos como Sagrada Familia de Burdeos y "Siguiendo sus huellas" celebramos la Semana Safa en el mes de Febrero teniendo lugar en nuestro colegio actividades y celebraciones en las cuales participamos la Comunidad Educativa.

A continuación les mostramos un fragmento del libro de la vida de nuestro Fundador: Pedro Bienvenido Noailles "Un ideal marco su destino" dónde se refleja la importancia del momento:



 El día de la presentación de Jesús al Templo, se dirige fervorosa e insistente al Señor, pidiéndole una señal con la que les manifieste su voluntad.
                La señal se hace esperar.
                Al día siguiente, 3 de febrero de 1822, como todos los domingos, las religiosas tienen por la tarde la Exposición del Santísimo en su capilla.
                El P. Noailles, que acostumbra a ir para esta celebración, se ve retenido este domingo, de turno de coadjutor en la Parroquia por lo que le ruega a un anciano sacerdote, el P. Delort, que tenga la bondad de suplirle.
                Apenas el sacerdote coloca la Sagrada Hostia en la Custodia, ve que desaparecen las especies del pan y aparece el busto de Jesucristo, bellísimo, en edad de unos treinta años, con la mano izquierda sobre el corazón y con la derecha bendiciendo.
                Esta Milagrosa Aparición dura unos veinte minutos y es percibida por el sacerdote, las religiosas, las niñas, todas las personas presentes. Sólo desaparece en el momento en que el sacerdote, después de haber dado emocionado y tembloroso con la Custodia en mano la Bendición, se dispone a retirar la Hostia para colocarla de nuevo en el Sagrario.                                                 
¿Cabe mayor signo, como respuesta a la petición de la Madre Trinidad que, el mismo Jesucristo se haga Milagrosamente visible en medio de ellas y Bendiciéndolas?                                                     Jesucristo, con su Milagrosa Aparición, no solo bendice la Obra, sino que ratifica además el espíritu que la anima.

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